En 1640, Cataluña era parte de la Monarquía Hispánica, bajo el reinado de Felipe IV. La situación política y social en Cataluña era complicada, ya que muchos catalanes estaban descontentos con el gobierno central español.
Uno de los principales motivos de descontento era el desequilibrio fiscal, ya que Cataluña estaba obligada a financiar las guerras del Imperio español sin recibir una proporción justa de los beneficios. Además, los catalanes sentían que su autonomía y sus derechos como catalanes estaban siendo ignorados por el gobierno central.
En ese contexto, estalló la Guerra de los Segadores en 1640. Esta guerra fue un conflicto entre Cataluña y el gobierno central español, y se originó en una revuelta campesina contra la opresión feudal. La gran mayoría de los levantamientos y batallas importantes tuvieron lugar en Cataluña, con los catalanes luchando por su autonomía y sus derechos.
La guerra duró varios años y fue especialmente violenta en sus primeras etapas. Las fuerzas catalanas consiguieron algunas victorias tempranas contra el ejército español, pero finalmente el conflicto se estancó. En 1652, se firmó el Tratado de los Pirineos, poniendo fin oficialmente a la guerra. Como consecuencia de este tratado, Cataluña perdió gran parte de su territorio y derechos.
En resumen, en 1640 Cataluña era una región dentro de la Monarquía Hispánica, que estaba descontenta con el gobierno central español. La Guerra de los Segadores fue un conflicto que estalló ese año y que tuvo como objetivo principal la autonomía y los derechos de los catalanes. Aunque la guerra no logró todos los objetivos que se habían propuesto, sentó las bases para futuros movimientos en favor de la independencia de Cataluña.
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